lunes, 24 de agosto de 2009

¿Verano ocioso? Aprenda a leer.


Todo empezó básicamente así. En la playa, en la piscina, en una terracita al sol... decidimos que no todo podía ser descanso y fiesta, que había que ir más allá, culturizarse y esas cosas que diría A. La mujer que se culturiza con la BlackBerry. (Por cierto, no es que sea una zorrupia ricachona que tiene una piscina inmensa para mi sola, es una pisci municipal, siniestramente vacía).

El club de lectura nació con la necesidad de ir un poco más allá, leer para aprender, para comentar, para pasar las tardes playeras hablando de algo que no fuera la noche anterior o la granja del feisbuk (sí, así de frikis somos, hemos tocado fondo). Y, sinceramente, creo que con lo del club de lectura hemos alcanzado un nuevo grado de frikismo extremo. Ahora somos capaces de discutir en medio de la Zurriola sobre si Saviano se cebó con Gomorra o cual es el siguiente libro que deberíamos leer y porque. Eso es lo peor de ser un club democrático, que hay que ponerse de acuerdo y no se puede decir; yo quiero este y a callar.

Pero lo peor del tema son los allegados que han surgido ultimamente a nuestro alrededor. Es que, cuando solo éramos 4 era muy fácil, además éramos pocas pero de gustos similares, así que todo iba como la seda. Ahora, a todo dios le parece una gran idea lo del grupo, quiero participar, la amiga de mi amiga también y ¿para qué? sino la vemos nunca... quiero decir, ¿cuando va a comentar esa tía con nosotras nada si no tenemos claro ni su nombre? Pero ella se empeña en participar y en poner impedimentos a todos y cada uno de los libros que proponemos... porque quiere que leamos Harry Potter.

Ayer le mandé un mail, explicándole de forma sencilla que yo he conseguido escapar del fenómeno durante más de diez años y pienso seguir haciéndolo. Que no tengo ningún interés en las aventuras del niño mago y no voy a empezar a tenerlo ahora porque ella se empeñe. Además, le digo, el objetivo de esto es leer cosas nuevas, no leer algo que tu ya te sabes casi de memoria. No lo entiende. No lo entiende nada.

Esto me hace plantearme seriamente una cosa; ponerme en plan dictadora cruel locaza y poner reglas de ingreso y de consenso. Pero me da pena convertir algo que nació como una cosa banal y divertida en una cosa seria y casi perversa, que se transforme de repente en algo obligatorio y no voluntario, en algo porque sí, porque lo digo yo. Insisto en que me da pena, pero me da más pena estar todo el día discutiendo con esta niña que ni sé quien es ni a que aspira.

De todas formas pienso que la idea de A. es mejor que la mía. Callar como las perras del infierno que somos, lo que deberíamos haber hecho desde el principio. ¿Club de lectura? ¿Qué es eso? En la vida he oído yo hablar de eso... ¿qué estamos leyendo el mismo libro? Ah, ¡sí! ¡mira que casualidad! Como somos las cuatro ¿eh? Parece que vamos pegadas... y a otra cosa mariposa. ¿Colará?

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