No me gusta
currar los sábados. A nadie le gusta, me diréis. Ya lo sé. Pero yo siempre he
currado los sábados y nunca había vuelto a casa tan de mala hostia como esta mañana.
Resulta, que en la plaza de al lado de mi curro hay mercadillo los sábados. Esto debe dar algún tipo especial a la gente para joderme la vida. Es como, ey, hay mercadillo, ¡desatemonos! Caminemos por en medio de la calle sin ton ni son. Señales de tráfico... ¿qué es eso? Semáforos... ¿dónde? Hagamos todo más lento de lo normal ya sea en coche, andando o en moto ¡no hay prisa! No tendrás prisa tu cabrón, que no curras.
Pero lo que me ha pasado este mediodía ya ha sido el no va más.
Yo salgo de currar a la 1 y, normalmente, a la 1 y 5 estoy ya en la nacional one camino de mi hogar dulce hogar (o de donde sea, es irrelevante). Pero hoy a la 1 y cuarto estaba todavía intentando abandonar la dichosa plaza, plagada de gente, de furgonetas cargando prendas horribles de polipiel y otras lindezas. Decido tomar un desvío por una callejuela por la que, oh, sorpresa encantadora, voy sola! hasta que diviso parada en la puta mitad de la vía (sí, la carretera) a una señora.
Una señora oronda que no dejaba sitio para maniobra alguna y hablaba a gritos por un móvil. Paro, espero un poco haciendo notar mi presencia (brum, brum) y nada. Pensé en pitarle malvadamente pero, ya que tenía la ventanilla bajada y estaba cerca, asomé la cabecita y le dije; Señora...
Solo señora. Sutil, suave. Y mira que estaba enfadada... Pero su reacción me dejo atónita no, muerta. Se gira y con todo el desprecio de su corazón me grita; racista de mierda! que no puedes esperar que una gitana cruce tranquilamente la calle! Joder, y tan tranquilamente...
Cuando llegué a casa se lo conté a mi hermano y me preguntó; ¿Y qué le dijiste? Nada, coño, ¡no le dije nada! Si por llamarle señora me llama racista, seguro que si le contesto me esta dando de hostias hasta el día del juicio final!
Le hice un gestito con la mano en plan, sí, soy una zorra, ¿se me quita de en medio? Y se apartó, pero poquito. Además con cara de; me arrimo al bordillo porque dios me ha hecho así de amable pero para la próxima te vas a enterar de lo que vale un pepino en mi puesto (esto casi lo deduje del rato que tuve que estar oyendola berrear por el móvil).
Creo que el pobre Pumu tiene un trauma. Es un coche muy sensible, nunca le habían gritado así.