domingo, 28 de septiembre de 2008

Ruínas Urbanas


Opacity es un proyecto fotográfico realmente singular. En todos los años que lleva años online su creador se ha dedicado a fotografiar y dar a conocer todos esos edificios abandonados que hay en todo el mundo. Todos los lugares que visita tienen una ficha explicativa de lo que fueron, su historia y en que estado están actualmente.
La mayoría son edificios bastante singulares y con gran encanto (de película de miedo, sí, pero encanto al fin y al cabo). En su mayoría son, como no podía ser de otra forma, cárceles, hospitales, cementerios y fábricas abandonadas.
Merece la pena pasar un rato explorando la web, disfrutando de las fotografías, perdiendote en los sitios tan fascinantes que nos vienen en las guías turísticas.

Situaciones de un sábado extraño



Situación 1; congreso de médicos especialistas en el hotel. Tras una conferencia que parecía interminable por fin llegan al salón comedor y pueden sentarse a la mesa.

Primera pregunta; ¿se puede fumar?

Doctores…

Situación 2; tras un día francamente agotador salimos del hotel con ganas de relajarnos un poco. Es la clausura del festival de cine y nos acercamos a tomar algo a las inmediaciones del Kursaal.

Primera pregunta; ¿sabéis que se ha muerto Paul Newman?

Joder, Paul.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Mascotas y otros animales


Mis amigos suelen pedirme consejo con respecto al tema mascotil de vez en cuando. Yo siempre he tenido animalillos de todo tipo desde pequeña, sobre todo gatos. Pero estando en el pueblo era raro no verme rodeada de bichos, poniéndoles margaritas en el pelo a las vacas, sacando a pasear a los perros, bañando a los conejos o enseñando a volar a los patos. Así era mi yo infantil, si, lanzaba al aire cualquier animal con alas con la esperanza de que escapara de aquello que en mi casa llamaban gallinero y que a mí me parecía una cárcel.

De lo que me he dado cuenta últimamente es que la gente de mi entorno cada vez tiene mascotas raras. Antes me preguntaban por gatos, perros, algún periquito, hamsters… ahora oigo hablar de hurones, chinchillas, serpientes y, lo que más me impacta, un cerdito vietnamita (lo que viene siendo un porcino normal y corriente pero en miniatura y, tal vez, más oscuro). George Clooney ha hecho mucho daño.


No puedo dar consejos respecto a esas tiernas mascotas pues nunca las he tenido. En la granja había cerdos, sí, pero no requerían ningún tipo de lujo. Si acaso las sobras de la comida y algún cartón de vez en cuando (sí, de pequeña les daba cartón a los cerdos. Sé que no está bien pero, jo, les encanta). No tenían ningún problema en plan, mi cerdito está obeso, doctor ¿qué puedo hacer? Porque para eso eran. Para estar gordos.


La cosa es que ahora la única mascota exótica que tengo es la araña que vive en el retrovisor de mi coche. Sí. La he adoptado. Reconozco que al principio, cuando ocupó maliciosamente mi espejo, intenté acabar con ella por todos los medios. Inunde su hogar, le destrocé cada tela que tejía, la molesté con un palo una y mil veces, intenté gasearla con insecticida y le robé la luz del sol dejando doblado el espejo una semana. Nada la inmutó. Seguía allí así que me rendí a la evidencia. Esa araña es fuerte, es mejor que yo y quiere quedarse en mi coche.


Como mascota es un primor, no molesta nada. No tienes que sacarla a pasear, que para eso tiene ocho patas, no hay que darle de comer pues ella misma se saca las castañas (o las moscas) del fuego y no requiere cartilla de vacunación ni ningún tipo de tratamiento (sobrevivió al insecticida y creo que ahora tiene super poderes).


Ahora, no todo son ventajas, como copiloto no vale una mierda. Pensé que podía ahorrar comprarme un GPS si ella, que está siempre allí, aprendiera a leer un mapa. Pero nada, la maldita no hace un esfuerzo. Además a mis amigas no les cae bien y últimamente me he dado cuenta de que se gasta muy mal genio. El otro día moví el espejo para poder aparcar mejor (visión panorámica y eso) y no le sentó nada bien. Salió a la tela del porche con una de sus patitas en alto porque el mecanismo interior del retrovisor le estaba destrozando la vivienda. Era la primera vez que mi amiga María la veía y he de decir que no le gustó. Creo que a la araña tampoco le gustó María pues volvió dentro del espejo enseguida.


Supongo que tenemos que aprender a convivir. Aunque ella debería ser más amable, teniendo en cuenta que el coche está a mi nombre y no le cobro alquiler.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Hoy nos canta Bruce (sorprendentemente no es Springsteen)


Boomp3.com

Frikada para una tarde de domingo.

Poca gente sabe que Bruce Willis, a.k.a John McClane, más conocido en mi casa como "el tipo duro que siempre salva el mundo" sacó un disco en 1986.
The Return of Bruno llegó a ser disco de platino, entiendo que gracias al éxito de la serie Luz de Luna era dificil resistirse a comprar esta joya, aunque hay que reconocer que el tito Bruce no canta nada mal. Para muestra un botón; Blues for Mr.D

sábado, 13 de septiembre de 2008

Platonismos varios

Recuperado del blog anterior (pensé que estaba perdido para siempre)



Hay un momento en la vida de toda adolescente en el que se produce un punto de inflexión que, probablemente, le hará ver las cosas de manera diferente para siempre. Es el momento en el que una se enamora platónicamente, a sabiendas de que nunca conseguirá al ser amado pues, casi con seguridad, es mucho más mayor que ella, un personaje de cine o un presentador de televisión. Por lo general, la muchacha en cuestión sufre con dicha situación, sueña con conseguir experimentar ese amor a toda costa y, una vez constatada la imposibilidad de la relación, se derrumba.


Pues bien, yo descubrí que era algo diferente. A mi me gustaba de adolescente, y me gusta aun ahora, esa sensación de distancia. Siempre me ha gustado enamorarme platónicamente en el sentido erróneo de la expresión. Quiero decir, en el sentido actual de la expresión, no como la ideó el filósofo. Es obvio que, aunque el chico de mis sueños tuviera pinta de efebo (que podría ser), yo tengo muy poco que ver con un hombretón sabio.


La cosa es que también me gusta ese juego casi siniestro de no saber nada de la otra persona. Imaginar cosas, lo que podría ser o no, lo que me gustaría que fuera. Con todo esto, tiendo a idealizar al chico en cuestión, a verlo como yo quiero y a subirlo en el pedestal de la perfección con una chapita en la que se puede leer “Es él”. Podéis sospechar que esto es jodido. Bueno, en realidad solo a veces. Si es alguien al que no tengo ocasión de conocer no pasa nada por que, reconozco, que en el amor platónico soy más bien infiel y esta pasión se me agota enseguida. Los problemas aparecen cuando la persona es medianamente accesible. Las hostias desde pedestales altos son tremendas, de las de partirse el cuello y morir en el acto. Y ellos no tienen la culpa, el error es de mi cabeza, pero ¿qué puedo hacer? ¿Dejar de fliparlo en colores? Creo que es mejor no conocerlos.


Eso es lo que me ha pasado con mi último amor; D. No sabía como se llamaba así que le puse D. porque me pareció que tenía cara de Daniel. O David. La cosa es que acerté. Lo veía todos los días, a la misma hora, en la misma estación de tren (sí, aparco mi coche en la RENFE a pesar de no ser usuaria. Muchos me odian). Me inventé que en su MP3 sonaban los Foo Fighters o tal vez The Killers, que debía estudiar algo relacionado con la informática, que le gustaban los gatos, la coca cola, el café del Starbucks (porque no conozco a nadie a quien no le guste) y que, si bien no me acompañaría de compras, si podría pasar horas muertas conmigo viendo documentales de pingüinitos deslizándose sobre sus pancitas.


Era una relación perfecta. Hasta que, sin previo aviso, nos presentaron. Simplemente D. pasó a llamarse, Dani el amigo de Pablo. Horror. Seguramente para él yo seré Iria, la amiga de Pablo. O la ex amiga porque, si sigue así, destrozándome ilusiones, creo que acabaré odiándolo. La cosa es que ahora nuestra relación es francamente incomoda. Nos saludamos pero no tenemos nada que decirnos, es que me da hasta vergüenza mirarlo y eso que antes lo veía y me sorprendía llegando a mi coche dando estúpidos saltitos.


El día que nos presentaron comentó que deberíamos ir a tomar un café. Le dije que no, que no deberíamos e interpretó que no me gustaba. Craso error. Probablemente una de las cosas que más me gustan de este universo sea el café. La cosa es que dijo, “bueno, era un decir. A mi tampoco me gusta”. Empezábamos mal. Puedo salir con gente a la que no le guste el café, no pasa nada. Lo que creo que no puedo es romper la imagen preconcebida que tenía de él sin que me joda un huevo. Igual tampoco le gustan los gatos. Ni los Foo Fighters. Tal vez no quiera ni ver pingüinos.


Todo esto, acompañado de que descubrí que el chico tiene el sentido del humor bastante oxidado, por no decir en el culo, acabó con mi platónico amor por D. No os preocupéis, no estoy triste. Ya he dicho que en esto de los platonismos tengo donde elegir.


martes, 9 de septiembre de 2008

Confidencias de media noche


Hay algo en la inocencia y amabilidad de las comedias clásicas que me fascina. Estoy segura de que si viera esas mismas situaciones o detalles en un film de hoy en día me parecerían incluso ridículas pero, situándonos en los 50-60 resultan totalmente encantadoras.


Pillow Talk (a.k.a Confidencias de medianoche, que los títulos hay que cambiarlos pase lo que pase) es una de ellas. Es la primera película en la que Doris Day y Rock Hudson trabajan juntos y, gracias a la buena química que se refleja en el film, fueron durante los 60 una de las parejas más recurrentes del cine.

La historia es bien sencilla; Jan Morrow, decoradora de interiores, y Brad Allen , compositor y mujeriego de profesión están obligados a compartir línea de telefónica. Esto da lugar a numerosas discusiones entre ellos, él hace abuso del teléfono para mantener el contacto con sus muchas conquistas y ella apenas puede usarlo aunque, lo que más le fastidia como él dice, es no tener para que usarlo. Aunque no se conocen trabajan (casualmente) para el mismo jefe, Jonathan (Tony Randall), que la pretende a ella y le pide matrimonio constantemente y se lo cuenta a él como su amigo que es. Esto despierta el interés de Allen que reconocerá la voz de Jan en una fiesta (casualmente estaban los dos sentados espalda con espalda, que cosas) y querrá conquistarla oculto tras la falsa identidad de un rico tejano (acento incluido).

El final de este embrollo no os lo pienso contar (destripar pelis está mal) pero si sabéis algo de comedia romántica podéis sospechar como acaba.

Resulta especialmente curioso, al menos para mí que siempre he tenido teléfono y, a falta de uno ahora tengo dos, el hecho de que dos personas tengan que compartir línea. La verdad es que es una situación que genera momentos hilarantes. Imaginaos; cada vez que descuelgas el auricular en tu casa oyes a un tipo, en la otra punta de la ciudad (NY, of course) flirtear con las más variopintas señoritas. Desesperante. Bueno, desesperante para todos menos para la criada alcohólica de Jan, para ella es una novela rosa en directo.

Por cierto, lo he dicho (escrito), ella es decoradora. Decoradora de las de antes, de los cincuenta, de las que te sacan de casa y cuando llegas está hasta el cenicero indicado en la mesa correcta y el paraguas a juego con el paragüero. Con esto podéis sospechar que cada plano, cada detalle del film, esta increíblemente cuidado. Amén de que el vestuario de ella es impecable. Me chirría un poco (no sé si alguien tendrá una explicación para esto, igual es tontería mía) el morenazo increíble que se gastan ambos protas. Es como si hubieran estado tres años viviendo en Malibú, tumbados al sol. ¿Se llevaría mucho en la época o será el color de la cinta? Anyway, resultan una pareja combinada encantadora.

Y los títulos de crédito iníciales son simpatiquísimos.

Se me olvidaba comentar que la película ganó el Oscar al mejor guión y que mi colega Esther dice que hay una parodia de 2003 protagonizada por Renee (google ayúdame con su apellido) Zellweger (gracias) que no tengo intención de ver. Según Esther está bien, yo no me fío.

martes, 2 de septiembre de 2008

La mujer VS la maquina

Es muy duro ser tecnologicamente avanzada.

No entiendo mi móvil nuevo, me supera mucho. Es más listo que yo, hace lo que quiere. Si llaman suena Ella elle l´a (ese gran éxito del verano tan inspirado) y no lo quiero. Se ha sincronizado con mi ordenador sin que nadie se lo pida. Me ha abierto el outlook, creo que quiere robarme mis contactos. Ya se sabe mi email, me ha preguntado la contraseña y no he sabido negarme. Se ha agenciado mi calendario, sabe donde voy a estar, con quien, a que hora...

Ahora no sé a que aspira, esta haciendo de las suyas, me mira desde la mesa y creo que esta pensando en matarme y quedarse con mi vida.

Si veis que empiezo a escribir con abreviaturas propias del lenguaje SMS y a poneros fotos "calidad dos megapixel" es que me ha vencido.