miércoles, 17 de septiembre de 2008

Mascotas y otros animales


Mis amigos suelen pedirme consejo con respecto al tema mascotil de vez en cuando. Yo siempre he tenido animalillos de todo tipo desde pequeña, sobre todo gatos. Pero estando en el pueblo era raro no verme rodeada de bichos, poniéndoles margaritas en el pelo a las vacas, sacando a pasear a los perros, bañando a los conejos o enseñando a volar a los patos. Así era mi yo infantil, si, lanzaba al aire cualquier animal con alas con la esperanza de que escapara de aquello que en mi casa llamaban gallinero y que a mí me parecía una cárcel.

De lo que me he dado cuenta últimamente es que la gente de mi entorno cada vez tiene mascotas raras. Antes me preguntaban por gatos, perros, algún periquito, hamsters… ahora oigo hablar de hurones, chinchillas, serpientes y, lo que más me impacta, un cerdito vietnamita (lo que viene siendo un porcino normal y corriente pero en miniatura y, tal vez, más oscuro). George Clooney ha hecho mucho daño.


No puedo dar consejos respecto a esas tiernas mascotas pues nunca las he tenido. En la granja había cerdos, sí, pero no requerían ningún tipo de lujo. Si acaso las sobras de la comida y algún cartón de vez en cuando (sí, de pequeña les daba cartón a los cerdos. Sé que no está bien pero, jo, les encanta). No tenían ningún problema en plan, mi cerdito está obeso, doctor ¿qué puedo hacer? Porque para eso eran. Para estar gordos.


La cosa es que ahora la única mascota exótica que tengo es la araña que vive en el retrovisor de mi coche. Sí. La he adoptado. Reconozco que al principio, cuando ocupó maliciosamente mi espejo, intenté acabar con ella por todos los medios. Inunde su hogar, le destrocé cada tela que tejía, la molesté con un palo una y mil veces, intenté gasearla con insecticida y le robé la luz del sol dejando doblado el espejo una semana. Nada la inmutó. Seguía allí así que me rendí a la evidencia. Esa araña es fuerte, es mejor que yo y quiere quedarse en mi coche.


Como mascota es un primor, no molesta nada. No tienes que sacarla a pasear, que para eso tiene ocho patas, no hay que darle de comer pues ella misma se saca las castañas (o las moscas) del fuego y no requiere cartilla de vacunación ni ningún tipo de tratamiento (sobrevivió al insecticida y creo que ahora tiene super poderes).


Ahora, no todo son ventajas, como copiloto no vale una mierda. Pensé que podía ahorrar comprarme un GPS si ella, que está siempre allí, aprendiera a leer un mapa. Pero nada, la maldita no hace un esfuerzo. Además a mis amigas no les cae bien y últimamente me he dado cuenta de que se gasta muy mal genio. El otro día moví el espejo para poder aparcar mejor (visión panorámica y eso) y no le sentó nada bien. Salió a la tela del porche con una de sus patitas en alto porque el mecanismo interior del retrovisor le estaba destrozando la vivienda. Era la primera vez que mi amiga María la veía y he de decir que no le gustó. Creo que a la araña tampoco le gustó María pues volvió dentro del espejo enseguida.


Supongo que tenemos que aprender a convivir. Aunque ella debería ser más amable, teniendo en cuenta que el coche está a mi nombre y no le cobro alquiler.

2 comentarios:

Lee dijo...

A mi me encantan los animales, pero no para tenerlos en casa. Los perros si, pero en este momento no podría, por que mi hermano les tiene alergia ;)
Lo de tener rarezas como camaleones , mini dragones, y demás, nunca me ha llamado nada, me gustan los animales con los que puedes interactuar , aunque sea un poco.

Un beso guapa!

I. dijo...

Es que es eso. Tener una iguana para mirarla no me hace ninguna gracia. Es como tener un pez, no le veo sentido ¿qué puedes hacer con un pez? jajaja

Un beso!

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