lunes, 17 de agosto de 2009

Dios me ama



Recien levantada de la siesta (creo que es la segunda vez en mi vida que consigo dormir la siesta, y mirad que lo intento) salgo a la calle dispuesta a andar los 6 minutos (exactos) que me separan del cajero automático. Necesito dinero para poner gasolina y volver al curro. Me quiero morir, después de toda la semana saliendo de currar a la 1 de la madrugada y llendome de farra después. Es Semana Grande Bitches, no me lo puedo perder.

La cosa es que camino así como a cámara lenta, medio dormida, medio en Babia, cuando me aborda un tipo, con una sonrisa profident de oreja a oreja y no más de 17 años.

- ¡Hola! - me saluda interponiendose en mi camino. Arqueo una ceja esceptica, acaba de parar mi caracolil marcha ¿seré capaz de reanudarla después? - Tengo una carta... de DIOS... para TÍ.

Así, en toda la boca. Cojo el papel, directamente de la impresora Canon a todo color de nuestro señor a mis manos y le digo; GRACIAS. Paso de discutir. Él se queda contento (si podía estarlo más) y yo sigo mi camino. Pausado.

En el título, en letras inmensas Comic Sans negrita (Dios, ¿tú también?) dice; Dios le ama. En el subtítulo; y no quiere que ested se pierda. ¿Ested? Dios no sabe escribir, habla de si mismo en tercera persona... ¿Dios es Aida Nizar? ¿o es que la carta no es tan directa como yo pensaba?

En la siguiente esquina (maldita sea mi estampa) otro muchacho de similares carácteristicas, tal vez más mayorcete y menos feliz, me invita a un concierto de Gospel que se celebra en noseque plaza a noseque hora. También le doy las gracias. No me pillan ahí ni jarta de vino, ni metida con toda la coca de pocholo pa un mes, ni aunque me inyectara mistol en vena. No porque no me guste el gospel, sino porque todo suena ya demasiado sectareo.

Consigo llegar al cajero, saco dinero y decido dar la vuelta por otra calle para no volverme a encontrar a los siniestros mensajeros de Dios. Mala jugada por mi parte, no hay dos sin tres, suelen decir y, si hubiera pasado por delante de los mismos chicos, problablemente hubieran reconocido mi cara de muermo y me hubieran dejado en paz. Pero, no, tenía que ir por el otro lado...

La cosa es que un nuevo ser feliz vuelve a interponerse en mi camino. Este es el Religioneitor R1000 mejorado, más joven, más contento, con más dientes y más blancos.

- ¡Buenas tardes! - saluda con entusiasmo y la carta de Dios para MI preparada en la mano.

- Ya es el tercero que me dan hoy. - señalo la carta con sopor y mi bolso con aun menos ganas. Sí, están aquí, tengo muchas, Dios me quiere, lo sé.

- Y ¿lo has leído? - me pregunta con una sonrisa que ya me empieza a recordar a la de Sheldon de The Big Bang Theory (o a la de ZP, no sé bien).

- No puedo andar y leer a la vez. - me mira esceptico. - Lo siento, no es uno de los dones que Dios me ha dado.

En ese momento al pobre muchacho se le apagó la sonrisa, puso cara de consternación extrema y suspiró un; Que Dios te bendiga, amiga.

Y no sé que me da más miedo, que el niño este sea capaz de vacilarme en una tarde de resaca y cansancio o que realmente sienta pena por mí, porque su Dios, que me ama, no me ha dado el don de poder hacer dos cosas simples a la vez.

3 comentarios:

Ekhi dijo...

A mi no :"(

I. dijo...

Pero seguro que tú puedes caminar y leer al tiempo...

Anahí Palacín Martínez dijo...

Caminar y leer al tiempo es misión imposible!!!

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