Silence, please

- ¿Oyes eso?

- ¿Qué?

- Ese ruido ¿no lo oyes?

- Mmm, no se, no oigo nada...

- ¿No oyes nada? Pues no se me quita de la cabeza ese ruido.

- No se.

- Chs. Escucha.

Silencio.

- Es la lavadora de la vecina.

- No es eso, tonta. Escucha bien.

Nada.

- Que no, tío, que no oigo nada.

- Joder. Pues esta bien claro. y no para.

- No para ¿qué? No se oye nada...

- Chsss.

Silencio.

- Lo siento, chico, estas fatal.

- Pues yo oigo algo.

- Será cosa tuya.

- Será.

Fiiiiiiiiiiiiiiu.

- ¡Ahora lo escuché!

- ¿Qué?

- El ruido. Como una hélice que gira, un silbido.

- No. No es eso.

- Pues es lo que he oído.

- Pero no es lo que he oído yo. Atenta.

- ¿Atenta a que? Ahora solo hay silencio otra vez.

- Me estas aburriendo ¿eh? ¿Lo oyes o no lo oyes?

- No, no oigo nada. Que pesado.

- Pesado no, has dicho que oíste algo.

- ¡Si! El silbido. Pero ya no lo oigo.

- No era ningún silbido.

- Ya lo se.

- Entonces ¿que hablas de un silbido?

- Arg. Me estas volviendo loca.

- Shhhh.

.............................................

- Ya no lo oigo.

- Gracias a dios. Esto empezaba a resultar paranoico.

- Y ¿que dices que era ese silbido?